COMENTARIO DE TEXTO
En la prueba de selectividad te ofrecen dos opciones, A y B, de las cuáles has de elegir una. Tendrás una hora y media para hacerla. La opción A se centra más en un tema o un problema filosófico que en un autor determinado, y acerca del mismo giran las distintas preguntas. La opción B, se basa en un autor concreto y preguntas en torno a él y a su filosofía. La opción A requiere más conocimientos filosóficos, más capacidad de relación de ideas e integración del conocimiento, mientras que la opción B requiere más profundidad de conocimientos sobre el autor en cuestión.
A continuación te propongo un texto comentado con aclaraciones o explicaciones acerca de cómo hacerlo. (Las explicaciones están en negrita y la posible respuesta en cursiva)
"Nada obtiene su origen de sí mismo, sino de la acción de algún otro agente inmediato externo a él. Por tanto, cuando por primera vez un hombre desea o quiere algo que antes no deseaba ni quería, la causa de quererlo no es ese querer, sino otra cosa que no está en su poder. De modo que, puesto que está fuera de duda que la voluntad es la causa necesaria de las acciones, y que, según lo que se ha dicho, la voluntad está asimismo necesariamente causada por otras cosas de las que ella no dispone, se deduce que todas las acciones voluntarias tienen causas necesarias y, en consecuencia, son por necesidad"
(Hobbes, Cuestiones sobre la libertad y la necesidad, contra el doctor Branhallum)
El filósofo Thomas Hobbes (1588-1679) discute en este texto el problema de la libertad de la voluntad humana (su existencia y su alcance).
CUESTIONES:
1. Analizar la estructura argumentativa del texto propuesto.
2. Desarrollar el tratamiento del problema de la libertad de la voluntad humana (su existencia y su alcance) en un autor de la Edad Moderna y enmarcarlo dentro del pensamiento filosófico de aquel autor.
3. Exponer la relevancia del problema de la libertad de la voluntad humana (su existencia y su alcance) en el contexto histórico, socio-cultural y filosófico de la Edad Moderna.
4. Explicar el tratamiento del problema de la libertad de la voluntad humana (su existencia y su alcance) en un autor de la Edad Contemporánea.
RESPUESTA:
Al enfrentarte a un texto de selectividad en principio debes actuar como si se tratara de cualquier otro texto que te pidan para comentar. La idea es que debes conocer qué dice el texto, de qué habla, qué cuenta. Para ello debes:
• leerlo entero de una vez antes de subrayar nada
• en la segunda lectura debes subrayar aquello que te parece más importante
• escribe un breve resumen de 2 o 3 líneas sobre lo que dice el texto
El breve resumen puedes hacerlo en un folio borrador o bien a lápiz. Todo esto te puede parecer largo, pero no lo es, no te lleva más que unos minutos y te va a ahorrar mucho trabajo posterior. Debes respetar las tres etapas. No debes subrayar sin haberlo leído entero porque entonces corres el riesgo de que todo te parezca importante y de que subrayes demasiado. Y luego, una vez subrayado cuando lo pases al papel, cuando hagas el resumen, veras que hay cosas que te sobran, algo completamente normal. Hecho esto, estarás en condiciones de enfrentarte a las preguntas. A medida que vayas trabajando verás que te vas acordando de más cosas y serás capaz de relacionarlas mejor. Es más, si te vas acordando de cosas que has de desarrollar posteriormente puede ir haciendo una especie de guión o esquema.
1. Analizar la estructura argumentativa del texto propuesto.
En esta primera pregunta debes recordar que la respuesta a un examen basado en un texto se basa en la suma de dos factores: lo que dice el texto más lo que tú sabes del tema. Es decir, en una pregunta que se basa en un texto has de ir construyendo la respuesta apoyándote en las muletas del texto pero añadiéndole lo que tú conoces del tema. Es por eso que un poco es la suma de ambos. En esta primera pregunta el texto es fundamental, algo que no ocurre en las otras. Tenlo en cuenta.
La premisa de la que parte el autor es que toda acción proviene de algo externo o ajeno a uno mismo. Cuando realizamos alguna acción lo hacemos movidos por alguna causa o motivo que nos empuja a conseguir algo y que se halla fuera de nosotros. Esta es una máxima teórica de la que parte el autor y le guía en sus afirmaciones posteriores. Los agentes que provocan las acciones humanas son exteriores a nosotros. La frase que inicia el texto es lo suficientemente expresiva: “Nada tiene su origen de sí mismo”. Esta afirmación puede considerarse el punto de partida teórico sobre el que se apoya el texto.
La segunda parte de la argumentación se inicia en la conjunción consecutiva “por tanto” [fíjate que siempre que te encuentres ante alguna conjunción o expresión similar te va a indicar el carácter del razonamiento: en este caso está diciendo algo como “en consecuencia”, “así pues”, etc., todo da a entender que después de una afirmación dada se pasa a extraer una consecuencia o aplicación de ella]. Se trata de una consecuencia lógica tras la premisa o afirmación del autor, que resulta de la aplicación de este principio a la voluntad humana. Cualquier deseo u objeto que se quiere conseguir y que impulsa a la voluntad a obtenerlo proviene de fuera de ella misma. Es por ello que Hobbes afirma que “la voluntad es causada por otras cosas de las que ella no dispone”. Naturalmente si la voluntad es empujada por un deseo o impulso no nacida en ella sino ajena a ella es evidente que su capacidad decisoria en los actos personales es mínima, si no nula.
Y en la última parte de la argumentación del texto Hobbes va más lejos al afirmar que “todas las acciones voluntarias tienen causas necesarias y, en consecuencia, son por necesidad”. Lo que se está señalando aquí no es sólo que la voluntad se mueve por motivos ajenos a ella sino que tales motivos actúan por necesidad. Si actúan por necesidad significa que los individuos no podemos elegir libremente de acuerdo a nuestra voluntad, sino que nos vemos arrastrados a comportarnos según las exigencias de las demandas. Más que motivos, parece que podemos hablar de causas inapelables a las que no podemos resistirnos y, en cierto modo, más parece tratarse de una conducta mecánica que racional. Rápidamente podemos plantearnos dónde queda la voluntad como decisión autónoma y libre del ser humano. Para Hobbes es claro el determinismo de la acción humana.
2. Desarrollar el tratamiento del problema de la libertad de la voluntad humana (su existencia y su alcance) en un autor de la Edad Moderna y enmarcarlo dentro del pensamiento filosófico de aquel autor.
Para responder a esta pregunta debes pensar en qué autor del pensamiento de esta época conoces mejor en relación con el tema que se te pide, en este caso, la libertad y la voluntad humana. Debes saber que es un tema concerniente a la filosofía práctica, a la ética. De modo que piensa sobre lo que has dado en clase en algún autor del que te veas capaz de exponer unas líneas hablando del tema que tratamos. Cuando hayas pensado en el autor en cuestión, debes tratar el tema que se te pide y relacionar este tema con el conjunto del autor. ¿De quién te ves capaz de hablar de la libertad y la voluntad mejor? ¿De Descartes, de Hume, de Rousseau, de Kant? Aquí he elegido a Kant.
Un autor que trata del problema de la libertad y la voluntad es Kant. Este tema es tratado por el pensador alemán en su ética, desarrollada en la obra “Crítica de la razón práctica”. La libertad para Kant ha de ser completamente autónoma y libre para poder elegir, de lo contrario, no existiría el libre albedrío, la capacidad para decidir sobre nuestros actos. Kant establece un vínculo necesario entre libertad y voluntad por cuanto si alguien no es libre para decidir por sí mismo, no tiene libertad para actuar, no se puede exigir responsabilidad. La responsabilidad es el resultado de la voluntad libre y no obligatoria. Una libertad que fuera algo así por naturaleza no sería libertad, pues actuaríamos de manera obligada e impuesta. Si en nuestra naturaleza, en nuestra genética, nos viniera la libertad como algo dado, no podríamos elegir, luego nos sería libertad, sería determinismo. Libertad y determinismo o necesidad son pues, opuestos. Sólo en la medida en que los sujetos decidan sobre sus propios actos podremos decir que somos libres y que nuestra voluntad es libre. Este es el sentido de la libertad, su valor autónomo no heterónomo o impuesto desde fuera. Si se nos imponen las acciones no somos libres. Es condición necesaria la autonomía para obrar libremente.
Este planteamiento contrasta así con el Hobbes, para quien los humanos actuábamos de manera mecánica atendiendo a impulsos ciegos que no podíamos controlar. Si para Hobbes no tenemos libertad, sólo poseemos naturaleza, para Kant sin la libertad no seríamos seres humanos con todo derecho. Es por ello que para Kant, la libertad es lo que él llama un postulado de la razón práctica: una condición necesaria de nuestra moralidad y nuestra humanidad.
Naturaleza y libertad representan ámbitos perfectamente diferenciados y su estudio responde a intereses muy diferentes. El problema de la naturaleza es el problema de los hechos, de lo que sucede en la realidad física y que sigue leyes naturales regulares que podemos conocer. Un conocimiento que analiza en su obra “Crítica de la razón pura”, en el uso teórico de la razón: el conocimiento. Este aspecto, lo que podemos conocer no es el de lo que debemos hacer: la acción o comportamiento humano corresponde a la ética. El conocimiento se ocupa de juicios de hechos, de cosas que ocurren la naturaleza; la ética de juicios de valor, de lo que Kant llama imperativos categóricos. Son juicios que aunque poseen una estructura similar a los juicios de hecho, se hallan formados por la cópula “debe ser”, es decir, que atañen a lo que debemos hacer, no a lo que hacemos. Si el objetivo de un juicio moral fuera el conocimiento de lo que hacemos significaría que se trata de realidades ya existentes de algo que ya ocurre, lo que es incongruente con su visión de que la ética debe ocuparse de realidades ideales, de lo que “no es”, pero pude o debe ser. Este es el ámbito de la ética, que él analiza en su “Crítica de la razón práctica”.
El conocimiento teórico trataba de lo hechos que podemos conocer y de ello elaboramos conceptos, pero de lo que no sabemos nada, no tenemos experiencia, no es algo empírico no podemos decir nada, y eso compete a las ideas, a lo que no es real sino ideal. Los principios morales son ideales, algo que merece la pena buscarlo por sí mismo. Y como fundamento de esos principios de la moralidad humana se halla la libertad: base de nuestra voluntad.
3. Exponer la relevancia del problema de la libertad de la voluntad humana (su existencia y su alcance) en el contexto histórico, socio-cultural y filosófico de la Edad Moderna.
En esta pregunta no se te pide que expongas el pensamiento de un autor en relación con el tema de la libertad y la voluntad humana sino que se trata de que pienses en la edad moderna, en el período que va desde el Renacimiento al siglo XIX. En este período se dan grandes sistemas como el Racionalismo, el Empirismo y la Ilustración. Piensa en conjunto en las ideas que en general se han tenido de este tema en estas corrientes filosóficas y da un repaso a su punto de vista sobre la cuestión que tratamos. He aquí lo que he respondido yo. Otra vez, recuerda que el lenguaje debes ponerlo tu.
La edad moderna arranca con el Renacimiento, época de avances decisivos en la ciencia y el pensamiento. Tras la revolución científica operado en este período se instaura un modelo mecanicista del universo y la filosofía moderna desarrolla un concepto de libertad bastante relacionado con la idea de necesidad y, en consecuencia, de determinismo. Esto supone una visión de la libertad de acción humana, el libre albedrío, sometida a las imposiciones de la naturaleza. La idea de Hobbes se puede enmarcar en esta visión mecanicista que negaba, con variaciones, la existencia de un voluntad libre. El problema moral que esto genera no se va a plantear de verdad hasta que la llegada de Kant.
Para Descartes, defensor de la separación mente-cuerpo (“res cogitans” y “res extensa”) la voluntad es dependiente de nuestro entendimiento. Como racionalista, sólo en la medida en que nuestra razón puede evaluar intelectualmente una acción podemos actuar libremente. Por tanto, no es tan determinista. El resto de racionalistas no se diferencia demasiado de la postura de Descartes. La otra gran corriente del siglo XVII, el empirismo, mantiene la idea, con diferencias, de que la libertad no es una cuestión de voluntad de conducta. Para los empiristas, especialmente Locke, es libre actúa con libertad por no sentirse coaccionado externamente. De manera que se hacía necesaria, como hizo Locke, lucha por esa libertad (Locke es considerado el padre del liberalismo político).
Para los ilustrados, es un tema que se plantea con gran diversidad. Por un lado están los deterministas, los mecanicistas, como Lamettrie, defensores de una creencia casi ciega en las leyes de la naturaleza. La imagen mecánica del universo halla entre este grupo de ilustrados una viva
respuesta. En este universo, el ser humano es tan sólo un ser más movido por esas leyes sin posibilidad de elección. El ser humanos es concebido como un reloj, más o menos complejo; pero un reloj no deja de ser un objeto mecánico. Los mecanicistas sostenían que si algún día llegáramos a
conocer todas la variables implicadas en el comportamiento humanos nada quedaría a la libre decisión, a la libertad, de los individuos.
Otro ilustrados, en cambio, son menos dados a defender un mecanicismo y un determinismo tan estricto. Autores como Voltaire o Rousseau defienden un dominio donde la libertad y la voluntad humanas debe tener algún papel, de lo contrario no se puede hablar de progreso del espíritu y de tolerancia.
De Kant, también ilustrado, ya se ha dicho que el tema es replanteado en términos que supone una diferenciación entre los dominios de la naturaleza y la libertad. Tanto los primeros como Kant representan una visión de libertad mucha más abierta a las posibilidad de realización humana. De hecho fueron defensores de ella en la práctica. Rousseau planteando una sociedad dominada por libertad y la igualdad de todos los individuos; Voltaire defendiendo la tolerancia hasta el punto de colaborar con el ilustrado príncipe Luis II de Baviera. A ellos se debe de algún el hito que supone la Revolución francesa, cuya llegada fue saludada por Kant con un manifiesto en su favor por considerar que la misma representaba un hito fundamental en el logro de la libertad de los pueblos.
4. Explicar el tratamiento del problema de la libertad de la voluntad humana (su existencia y su alcance) en un autor de la Edad Contemporánea.
Escoge algún autor con el que te sientas cómodo escribiendo, aunque no estés muy seguro que haya dicho mucho del tema que nos ocupa. Es preferible escribir sobre un autor que conocemos que sobre otro que ha dicho mucho sobre el tema que se trata pero no que nos sentimos seguros o no conocemos muy su pensamiento. De un autor que conoces bien, siempre puedes hablar más y con más certeza de estar diciendo cosas coherentes. Tenlo en cuenta.
Una de las discusiones más interesantes sobre el problema de la libertad y la responsabilidad humanas es la que realiza Sartre desde el existencialismo. De la mano del método fenomenológico Sartre lleva a cabo un verdadero análisis de las manifestaciones de la conciencia humana y sus contenidos. Este método es una descripción de los estados de conciencia.
Un principio básico de la fenomenología que hace suyo el existencialismo es que toda conciencia es “conciencia de algo”, es decir, que no podemos pensar sin pensar en algo. La actividad consciente presupone un contenido necesariamente. Es por ello que para el existencialismo el yo es una especie de centro unificador de las manifestaciones de la conciencia y de nuestras acciones. Y las acciones son producto de un yo intencional que decide actuar.
Si una acción fuera realizada por un ser cualquiera según un programa mecánico, no sería acción humana, pues no sería decisión de un yo intencional y libre que decide actuar. Habría movimiento pero no sería acción humana. Es lo que defiende el behaviorismo clásico y el conductismo. Si el comportamiento humano fuera algo mecánico y programado, observable y medible, sería como cualquier otro comportamiento de un objeto físico. Y la acción que resulta de un yo que decide actuar es distinta. Es el resultado de un yo intencional y del libre albedrío de un sujeto. Para Sartre, pues, esta por un lado, la conciencia y por otro el mundo. Y ambos son distintos. Habrá dos realidades, conciencia y mundo, que Sartre llama “ser para sí” y “ser en sí”, respectivamente.
En una célebre expresión manifiesta Sartre que el hombre esta condenado a ser libre porque no es una cosa más en el mundo, sino algo que se puede cuestionar sus existencia, es un “para sí” (ser autoconsciente). No es sólo un “ser en si”, un objeto para otro. Por eso afirma que el hombre está condenado a ser libre porque no es otra cosa que lo que él mismo se hace y que no puede acusar a Dios u otro ser superior de lo que en el mundo ocurres porque él es el único responsable. La expresión de que el hombre está condenado a ser libre es cierta porque aunque no quiera es responsable. Y otra de sus afirmaciones no es más que una conclusión de esta premisa existencialista: “tengo que saber que si no elijo también elijo”. Es el destino del hombre: el ser libre. Es el ser humano el que ha decidido el rumbo que ha seguido la historia, por tanto él es responsable de lo que ocurre en la tierra, tanto de lo bueno como de lo malo.