Aportación de Álvaro S.
El otro día fui al cine a ver la película francesa
“Intocable”, recién estrenada en los cines. "Una comedia elegante", así ha sido calificada por la prensa gala, que ha hecho eco
del éxito cosechado en las taquillas durante diez semanas. Animado por las
favorables críticas, decidí verla y tengo que decir que me sorprendió.
Bajo los toques de humor que esconde la película, se
esconde una historia de superación personal, cargada de valores que no puede
dejar indiferente al espectador, el cual saldrá del cine reflexionando sobre lo
que ha estado viendo durante esa hora y media de sesión:
Philippe es un hombre feliz, poderoso y rico que vive en
su palacete parisino. Sin embargo, su vida cambiará para siempre cuando sufre
un accidente de parapente que lo dejará inválido y en silla de ruedas. Ya no
podrá hacer nada por sí mismo (ni comer, ni ducharse o vestirse), así que
tendrá que contratar a un asistente para que le ayude a desplazarse y a cuidar
de él en cada momento. Ante esa situación, su carácter se vuelve amargo y
su vida parece perder el sentido.
Pero un día, aparece Driss, un senegalés necesitado de
dinero que vive en un barrio marginal de París y que para colmo acaba de ser
liberado de la cárcel. Driss se presenta a la entrevista para ser asistente de
Philippe únicamente para no perder el derecho a cobrar su “paro”, pero, para su
sorpresa, es contratado. Aunque parece que no vayan a encajar, Philippe y Driss
encontrarán el uno en el otro la ilusión que les falta en sus vidas, haciéndose
grandes amigos. Aprenderán a apreciar y a mezclar a Vivaldi con el hip hop, los
trajes de Armani con el chándal y los menús de cinco tenedores con comida
rápida ambulante.
Ante todo esto, no puedo evitar pensar en los valores más
importantes que pueden dar sentido a nuestras vidas: el amor, la amistad, la
solidaridad… Pero también, pienso en nuestros actos y el motivo que nos lleva a
actuar de un modo u otro, haciendo el bien o el mal. Como hemos visto en clase,
Hume considera que los juicios que determinan lo bueno o lo malo provienen de
nosotros mismos, del sentimiento placentero o doloroso que nos origina una
determinada acción. Con películas como “Intocables”, podemos pararnos a pensar
en este hecho, reflexionando acerca de nuestros actos y las grandes cosas que
podemos con ellos lograr.